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Terapia de aceptacion y compromiso

Terapia de aceptación y compromiso

Nada más humano que aspirar a tener una vida plena, rica en experiencias y con el crecimiento personal como una dinámica constante a lo largo de los años. Hasta aquí, seguro que todos estamos de acuerdo. Sin embargo, las dificultades surgen cuando identificamos esa realización personal con una vida exenta de dolor o conflictos. En este punto es en el que la Terapia de aceptación y compromiso (ACT) nos ayuda a cambiar de perspectiva.

En principio, esta terapia se desarrolló para atender a pacientes que no respondían a otras técnicas más consolidadas. Sin embargo, el paso del tiempo ha demostrado con resultados en pacientes reales, la eficacia de este enfoque y la diversidad de problemas que pueden tratarse con la Terapia de aceptación y compromiso. Sin duda, dos razones de peso suficiente para que en Pensaments lo hayamos incorporado a nuestras propuestas.

 

  • ACT: genuina representante de las terapias de tercera ola

La Terapia de aceptación y compromiso (ACT) se enmarca dentro de la última generación de las terapias cognitivo conductuales. Sin embargo, según todos los expertos en salud mental, se trata de una terapia de difícil clasificación porque se aleja de la mera reducción sintomática. Se diferencia de otras respuestas terapéuticas porque pone el énfasis en el contacto con el momento presente, a la vez que reivindica la trascendencia del ser humano, representada en la esencia de sus valores.

Es más fácil entender las diferencias entre la terapia ACT y sus predecesoras si nos fijamos en los enfoques y mecanismos tan distintos con los que trabajan:

  • Primera Generación: buscan un cambio de comportamiento del paciente utilizando métodos conductistas, especialmente mediante el refuerzo.
  • Segunda Generación: el punto focal se pone en los procesos cognitivos del individuo.
  • Tercera Generación: se asientan sobre las mismas bases de las terapias cognitivas de segunda generación, pero incorporando el examen de las propias emociones y elementos innovadores como el Mindfulness.

 

  • Terapia de aceptación y compromiso: valores

Incorporar el sufrimiento y las experiencias negativas de forma natural a nuestro bagaje como personas, lejos de limitarnos, nos enriquece. Esta filosofía de vida, promovida por la Terapia de Aceptación y compromiso y sus valores, choca frontalmente con la visión edulcorada en la que se nos educa en las sociedades occidentales.

Vivimos ocultando el dolor y, en caso de mostrarlo, suele acompañarnos una sensación de vergüenza, un sentimiento de debilidad. A la larga, esta estigmatización de una parte esencial de nuestra realidad, acaba por limitarnos mucho. Y más aún, puede degenerar en crisis de ansiedad, depresión y otras formas de desequilibrio emocional y mental.

Con la Terapia de aceptación y compromiso, los valores más profundos del ser humano cobran un protagonismo absoluto. Porque nos incita a llevar a la práctica acciones efectivas precisamente guiadas por esos valores con los que estamos íntimamente comprometidos. Y, claro, dentro de esa vida plena de valores vamos a encontrar todo tipo de experiencias, las placenteras y las no deseadas.

 

  • Los 6 principios de la Terapia de aceptación y compromiso

La idea central de la Terapia de aceptación y compromiso es que resulta imprescindible que cada persona tome conciencia de sus valores y actúe en consonancia a los mismos. La acción es, por tanto, el elemento esencial de este tratamiento. De ahí su carácter eminentemente práctico, siempre orientado a producir modificaciones tangibles en la vida de las personas.

Todo este planteamiento se desarrolla siguiendo un esquema basado en 6 principios fundamentales que son la línea sobre la que se estructuran las sesiones del tratamiento:

  • 1. Defusión Cognitiva

Con el ACT partimos de la base de que la disonancia entre nuestros pensamientos y nuestras emociones es lo que nos hace daño. Es decir, necesitamos identificarnos con lo que sentimos y con lo que pensamos, solo así alcanzamos un estado de bienestar.

A diferencia de otras terapias que se dedican a rebatir las ideas o emociones negativas, aquí se trata de aprender a observarlas y aceptarlas, lo que reduce notablemente el malestar que nos provocan. Para conseguir analizar los pensamientos y recuerdos como algo externo, se usan diferentes técnicas.

  • 2. Aceptación

El dolor y el sufrimiento son inevitables, aceptar esta premisa es el punto de partida imprescindible de la Terapia de Aceptación y Compromiso. Nada es perfecto, nadie es infalible y perder el tiempo en luchar contra sentimientos y pensamientos negativos no solo es improductivo, es que tiene un efecto potenciador sobre la sensación de malestar que experimentamos.

No se trata de promover la resignación, recuerda que esta terapia busca tu felicidad a través del crecimiento personal. Lo que te enseña es a aceptar las experiencias negativas y así dejar de otorgarles todo el protagonismo. Están ahí, pero no dejas que acaparen tu vida, y poco a poco van perdiendo fuerza hasta que desaparecen.

  • 3. Contacto con el presente

Esta terapia, ya hemos señalado, es práctica e incita a la acción. Por eso, necesitas estar en total conexión con tu momento presente, sentirte parte de él. Aunque parezca algo evidente, es muy frecuente vivir evadiéndonos de nuestro día a día, sobre todo cuando nos incomoda o disgusta.

El ACT se vale de técnicas orientales de meditación o del Mindfulness para entrenarte en esa imprescindible reconexión con tu presente. En concreto, el Mindfulness es muy valioso porque ayuda a darse cuenta de lo que se está sintiendo o pensando en cada momento preciso. Además, al estar centrado en el ahora, dejas de estar influido por tus pensamientos y emociones negativos, por lo que dejas de gastar energía en luchar contra ellos.

  • 4. Acceso al “Yo Observador”

Para la Terapia de aceptación y compromiso, el ser humano tiene la mente dividida en dos planos, el “Yo Pensante” y el “Yo Observador”. Recuerda un poco a la diferencia entre el mundo consciente y el inconsciente del universo freudiano. En este caso, el primer plano, el pensante, puede actuar de forma arbitraria mientras seamos capaces de mantener el plano observante alejado de su influencia. Identificarnos con el “Yo Observador” hace que marquemos distancia con nuestros propios pensamientos negativos y rebajar el malestar que nos producen.

Si por el contrario, nos creemos con convicción cada pensamiento negativo que surge en nuestra cabeza, seguro que incrementaremos nuestro malestar e iremos perdiendo en confianza y autoestima.

  • 5. Descubrimiento de los propios valores

¿Quién no se ha sentido satisfecho cuando alcanza una meta con la que soñaba? Desde la perspectiva de la ACT, solo alcanzamos el bienestar cuando actuamos para conseguir algo que deseamos. Pero, a menudo, esa meta implica acciones difíciles o incómodas. Para reducir esa dificultad, lo esencial es que cada uno de nosotros identifiquemos cuáles son esos valores que realmente nos motiva y actuemos en consonancia.

  • 6. Toma de Acción

Estamos en el eslabón final de la ACT. Ya sabes que tus pensamientos y emociones no tienen por qué influirte negativamente, has descubierto cuáles son tus valores motivadores… Ahora estás preparado para ponerte metas ambiciosas, retos apetecibles y pasar a la acción hasta conseguirlos.

Porque es importante que recuerdes que la Terapia de aceptación y compromiso tiene un doble objetivo. Por un lado, rebajar notablemente el malestar emocional que sientes. Y por otro, no menos importante, mejorar tu bienestar y felicidad.

 

  • El papel de lenguaje en la ACT

Aunque en todo momento hemos destacado el papel práctico de la Terapia de aceptación y compromiso, el instrumento esencial con el que cuenta para incitar a esa acción es el lenguaje. Y es que, el lenguaje es el contexto en el que se desenvuelven los problemas psicológicos. Porque, además, el contexto verbal es social. Es decir, el formato narrativo social en el que nos educamos es el que usamos para construir nuestra experiencia emocional, adquiriendo no solo las formas expresivas, sino las circunstancias en las que las aplicamos.

Para entenderlo mejor podríamos resumir el proceso de contextualización verbal en el siguiente sentido: aprendemos en nuestra comunidad verbal que cada conducta tiene unas causas. Estas causas son las razones por las que uno actúa de una forma o le sucede algo. Realmente, las causas son las justificaciones con las que queremos explicarnos por qué nos ha pasado esto y no lo otro. Los demás comprenden nuestras explicaciones porque compartimos ese contexto verbal social.

Sin embargo, ese marco acaba siendo muy restrictivo. La comunidad verbal decide qué está bien y qué está mal y eso afecta a nuestro comportamiento individual. Las condiciones de la vida se ofrecen ya con valor impuesto objetivamente. No decimos “esto es así y yo lo valoro como negativo”, sino “ esto es malo”. Por eso, la Terapia de aceptación y compromiso usa técnicas para producir un distanciamiento de ese contexto.

 

¿Qué es la Evitación Experimental?

Para entender el papel que juegan dentro de la Terapia de aceptación y compromiso, las técnicas y ejercicios experimentales, es imprescindible entender el concepto de Evitación Experimental. Y es que, este es el patrón común de comportamiento de los pacientes que podemos tratar en nuestra consulta con esta terapia.

La Evitación Experimental es un trastorno psicológico que lleva a la persona a evitar o escapar de cualquier situación que considere dolorosa o negativa. El individuo no acepta aquellas sensaciones, pensamientos o emociones que le generan sufrimiento y huye de ellos. Sin embargo, esta limitación le impide ser plenamente feliz, ya que se priva de vivir numerosas situaciones, tanto de la rutina más cotidiana como especiales.

Se trata de un trastorno de naturaleza verbal, porque la persona está predispuesta a calificar de forma extensiva algo como bueno o malo, en función de su propia experiencia en un evento privado. Al principio, esta discriminación se hace de manera consciente, pero con el tiempo se automatiza el proceso, lo que permite que se agrave y extienda exponencialmente.

Como ya hemos señalado, este tipo de disfunciones se han impuesto en sociedades como la nuestra, donde el dolor está casi prohibido y todo debe ser felicidad y éxito. Por eso, la Evitación Experimental es un problema cada vez más frecuente en nuestra consulta psicológica. Afortunadamente, contamos con la Terapia de aceptación y compromiso, porque es el tratamiento más efectivo y recomendable para estos pacientes.

 

  • Terapia de aceptación y compromiso: técnicas

Básicamente, hay tres métodos que se usan para modificar ese contexto verbal social:

  • Las metáforas: tratan de establecer un contexto verbal que permita cuestionar la racionalidad y dar protagonismo a la experiencias privadas o individuales. La variedad de esta herramienta va desde historias que se recuerdan con facilidad, hasta las metáforas físicas.
  • Las paradojas: formulaciones verbales que ponen de manifiesto la contradicción entre propiedades literales y funcionales.
  • Los ejercicios experienciales: diseñados por el terapeuta para que el paciente establezca relación con la realidad del “yo contexto”, de forma que entre en contacto con las funciones verbales.

 

  • Terapia aceptación y compromiso: ejercicios experienciales

Los ejercicios experienciales son un mecanismo muy efectivo para tratar a pacientes con Transtorno de Evitación Experimental y, en general, a todos en los que se recomienda intervenir con un tratamiento de ACT. Un abanico muy amplio en el que se incluye: la depresión, los TOC, las fobias, las adicciones o la ansiedad, como ejemplos de un espectro mucho mayor.

El ejercicio de Observación es el prototipo de ejercicio experimental que se usa en una sesión de Terapia de Aceptación y Compromiso. Este tipo de prácticas tienen el objetivo de ayudar al paciente a encontrar sus metas vitales, partiendo de sus propios valores en todos los ámbitos de la vida.

Un planteamiento tipo ¿Cómo te ves dentro de 10 años? es un fiel reflejo de lo que hacemos en la consulta. Este enunciado, que trabajamos con distintas variantes para que se ajusten más a las características de cada persona, permite que el paciente tome conciencia del su “Yo Contexto”.

Este sencillo ejercicio pone al individuo enfrente de sus conductas y le demuestra que no puede identificarse solo con ellas. Se consigue porque comprueba hasta qué punto existe en su interior una enorme diversidad de emociones, roles o apariencias producto, entre otras cuestiones, de todo lo vivido hasta ese momento. Pero, a la vez, se pone de manifiesto que toda esa variedad no ha mermado su identidad personal, la esencia de su ser sigue intacta.