Se habla mucho de este problema, pero sigue siendo un gran desconocido. La ansiedad es, probablemente, el término psicológico que más se ha incorporado a nuestra realidad cotidiana. Sin embargo, el efecto que esta globalización está generando es el contrario al que deseamos los profesionales de la salud mental. Es frecuente que detectemos en muchos de vosotros una especie de ansiedad añadida y muy estresante, provocada por la incertidumbre de estar o no padeciendo este trastorno. Por eso, en Pensaments queremos hacer contigo un primer acercamiento hacia la terapia para la ansiedad desde la serenidad. La ansiedad es un mecanismo natural de nuestro organismo, diseñado para protegernos frente a amenazas y permitirnos superarlas. Una vez más, te proponemos que visualices la terapia para la ansiedad como un proceso de aprendizaje y crecimiento personal.
¿Qué te parece si comenzamos por proponerte una pausa? Para poder entender lo que te pasa, tienes que empezar por un mínimo ejercicio de introspección. Necesitas encontrar un espacio que te permita salir de la vorágine de tu vida cotidiana. Para tomar conciencia de tu situación real es imprescindible apartar lo superfluo o aquello que ahora mismo se sale de tus competencias, lo que no está en tu mano cambiar. Ese es el camino en el que trabaja nuestra terapia para la ansiedad, avanzando desde lo pequeño para acabar abarcando el conjunto. Con la comunicación y la progresión como herramientas básicas. Sin limitarnos ni limitarte porque solo desde la individualización se puede superar cualquier trastorno o dificultad emocional. Y, por supuesto, aprovechando todos los recursos que la ciencia y nuestra experiencia profesional nos aportan.
Antes de explicarte qué puedes esperar de nuestra terapia para la ansiedad, te proponemos una reflexión. Si el ser humano, como especie, ha sido capaz de sobrevivir y llegar a sus actuales niveles de desarrollo es, sin ninguna duda, gracias a que cuenta con mecanismos de defensa que actúan de forma inmediata, sin que tengamos un papel consciente en su activación. Su utilidad es incuestionable porque ponernos en alerta frente a cualquier peligro es la forma más eficaz de esquivarlo, superarlo o atajarlo. Tan sencillo como contundente. Y ese papel de aviso lo protagonizan básicamente dos estados anímicos: la sensación de miedo y, ¡sorpréndete!, la causante de tus actuales inquietudes: la ansiedad.
Queríamos empezar por explicarte este punto para que te ayude a normalizar lo que estás viviendo. No eres un ser anómalo, ni mucho menos debes sentirte aislado. Lo que te pasa es genuinamente humano. Es importante para los expertos conseguir que interiorices este punto de partida. El problema no es la ansiedad en sí misma, sino que hayas perdido el control, que te sientas desbordado ¡Cuanto más positiva sea tu actitud, más pronto y profundamente notarás los progresos!
¿Por qué no tienes problema en asumir que algo te provoca miedo y, sin embargo, te resistes a aceptar tu estado de ansiedad? Esta pregunta tan simple puede ser una pauta de inicio para nuestra terapia contra la ansiedad. Es evidente que no son fenómenos exactos, pero se activan y tienen una función similar. El miedo se despierta ante lo que una persona interpreta como una amenaza muy concreta. Sin embargo, la ansiedad se aviva frente a un enemigo mucho más difuso y, por tanto, difícil de identificar. Cuidado, en ambos supuestos ese riesgo no tiene porqué ser real, basta con que tú lo percibas como tal. La gran diferencia es que es más factible enfrentarnos a algo que reconocemos. Nos parece esencial que las primeras líneas de nuestra terapia para la ansiedad se encaminen a que le pongas nombre a lo que te está descolocando interiormente.
El paso previo para que comprendas la funcionalidad de una terapia para la ansiedad enfocada a tus necesidades y teniendo en cuenta tu realidad, nuestra experiencia nos recuerda lo importante que es profundizar en cómo te está afectando. Porque distintos síntomas marcan diferentes propuestas de intervención. Vamos a necesitar tu ayuda para describirnos si detectas ciertos síntomas físicos que son claras alertas sobre el estado de tensión y preocupación que te vives. Las palpitaciones y taquicardias, esa sensación recurrente de nudo en el estómago o la rigidez muscular son señales que todos identificamos con una crisis de ansiedad. Incluso la aparición de mareos, náuseas o sudoración excesiva son muy frecuentes. Es ahora cuando te invitamos a no resignarte, ¡no tienes por qué acostumbrarte a convivir con estas limitaciones!
En estas primeras fases, la terapia para la ansiedad es ya la mejor aliada con la que cuentas para recuperar y fortalecer el control que quieres tener sobre tu vida. Pero, cuando no hablamos de la ansiedad como un fenómeno puntual, sino que es tu estado de ánimo más frecuente, es imprescindible que actúes. Signos más que evidentes que no puedes obviar son el insomnio o el dolor de cabeza, que suelen presentarse acompañados de cansancio, hormigueo e incluso temblores. Esta simbiosis entre cuerpo y mente debe trasladarse también a la terapia para la ansiedad.
Para animarte te sugerimos que percibas la psicoterapia para la ansiedad como algo muy práctico y, porque no, apetecible. Nada de una consulta médica aséptica y fría, donde un profesional te prescribe pautas rígidas de actuación y poco más. ¡Deja que te mostremos otra forma de entender la terapia contra la ansiedad, ¡la nuestra! Y eso implica que entiendas que cualquier terapia de ansiedad solo funciona si se aborda como una intervención integral. En Pensaments te mostraremos todas las habilidades con las que cuentas y la mejor forma de utilizarlas. Pero, también te recordamos el efecto positivo que la alimentación saludable o los hábitos sociales enriquecedores tiene en tu estado de ánimo. ¡Vamos a descubrir contigo todo lo que suma en tu vida!
Uno de los principales problemas que afrontamos los profesionales al tratar la ansiedad es la culpabilidad que os genera ser conscientes de la irracionalidad de vuestros propios sentimientos. “Sé que no hay razones objetivas para sentir esta angustia extrema, pero no puedo evitarlo”. Con distintas variantes, esta es la fórmula más habitual con la que nos explicáis vuestro problema. Sabes que es solo un examen que, en el peor de los casos, solo te quedaría volver a presentarte. O es una gripe, pero a ti te parece que te enfrentas a una enfermedad grave. Pero son dos ejemplos de situaciones reales que desencadenan estados de ansiedad.
Por eso es tan necesaria esa pausa a la que te remitimos al principio. Respira hondo, la causa que te paraliza no es lo importante. Probablemente, ni siquiera va a incorporarse a tu terapia para la ansiedad como elemento determinante. Es tu forma de afrontar esa circunstancia la que merece nuestra atención. Tú lo percibes como una amenaza y para nosotros esa es la clave. No te pedimos que ocultes lo que sientes, al contrario. Es imprescindible que dejes salir tus emociones, primero para conocerlas y, acto seguido, para aprender a manejarlas. No te juzgues, esto no es una competición o un concurso en el que hay respuestas acertadas o erróneas. En nuestro equipo vas a encontrar respeto y naturalidad. Solo te propondremos que modifiques o adquieras nuevas habilidades desde tu necesidad de hacerlo. Y en la línea en la que quieras encaminarlas.
En Pensaments queremos transmitirte tranquilidad. Solo te pedimos que descuelgues el teléfono o nos pongas un mensaje. Un gesto muy sencillo, discreto es todo lo que necesitas para acceder a nuestra terapia para la ansiedad. El único compromiso que te pedimos es que nos permitas conocerte, que hagas posible tender el puente para que establezcamos ese primer diálogo. Por nuestra parte, podemos asegurarte que trabajamos exclusivamente para que te sientas cómodo, sin presiones. Nuestra manera de entender este problema es el respeto, la comprensión y… La confianza.
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