638 54 00 60

La parte positiva de las emociones negativas

Vivimos en una especie de dictadura del Positivismo. Quizá sea una expresión un poco excesiva, pero no lo es la realidad a la que nos referimos. Esa sobrevaloración de la felicidad, la alegría, la esperanza o la satisfacción permanentes, hace que ignoremos el valor y la importancia que tienen las emociones negativas. Hoy las reivindicamos como parte esencial de nuestro crecimiento como personas.

 

Diferencia entre emociones negativas y positivas

 

Realmente, no es exacto hablar de emociones negativas y positivas. Todas son, recordemos, reacciones espontáneas ante determinados estímulos que cumplen una función adaptativa. En unos casos, nos ponen alerta de posibles peligros. En otros, nos animan a repetir una situación que nos ha hecho sentir bien. Y así podríamos seguir señalando el papel que juega cada emoción y cómo nos ayudan a evolucionar.

 

Lo que lleva a calificar como negativas algunas emociones es el hecho de que nos producen sensaciones desagradables o molestas. Pero, eso no es negativo. ¿Te imaginas vivir en un estado de felicidad permanente? Distopías, como "Un Mundo Feliz" de Huxley, nos alertan del peligro de adormecer nuestras emociones negativas, en un mundo donde nadie sufre, pero tampoco se apasiona.

 

Hecha esta aclaración, vamos a seguir usando esta terminología para explicar las diferencias entre los dos grandes grupos en los que se dividen las emociones:

 

  • Emociones positivas: aquellas que nos impulsan a luchar por nuevos retos, a afrontar las dificultades o a mejorar nuestras relaciones personales y sociales. Nos referimos a la alegría, la gratitud, el deseo, el amor o el placer, entre otras.
  • Emociones negativas: nos hacen experimentar una sensación de alerta o amenaza y ayudan a que manejemos los problemas y los resolvamos. Una lista en la que destacan emociones muy conocidas por todos como el miedo, la ira, la tristeza o la vergüenza.

 

Cuándo una emoción realmente llega a ser negativa

 

¿Por qué si son igual de necesarias, percibimos ciertas emociones como malas o negativas? En esta pregunta está la clave para entender el problema que se puede generar en torno a las emociones negativas. Es verdad que nos producen sensaciones poco gratificantes, pero eso no sería suficiente razón para considerarlas negativas y querer evitarlas.

 

Lo que ocurre es que, en muchas ocasiones, no somos capaces de controlar la intensidad y la frecuencia de esas emociones. Ahí es dónde pueden llegar a convertirse en un problema y afectar negativamente a nuestro bienestar emocional. Con algunos ejemplos, seguro vas a entenderlo mejor:

 

  • Preocuparse es positivo, te ayuda valorar lo que te importa y a tomar decisiones para conservarlo. Pero, cuando esa preocupación se transforma en ansiedad, algo falla. Probablemente, te has preocupado por algo que no merece la pena o no estás siendo capaz de tomar decisiones y eso te genera un estado de angustia, nada positivo.
  • La tristeza nos permite liberar tensión emocional, especialmente en momentos difíciles o muy intensos. Sin embargo, no puede convertirse en un estado permanente, tiene que servir para superar ese dolor o acabará derivando en una depresión.
  • El enfado es una reacción absolutamente normal ante algo que no nos gusta o nos incomoda. Es una vía para descargar tensión y poder seguir avanzando. Podemos enfadarnos con nosotros mismos porque somos conscientes de que hemos cometido un fallo y eso será un estímulo para no volver a hacerlo. Pero, cuidado con que ese enfado se transforme en culpa. El sentimiento de culpa, sobre todo si se mantiene, solo mina tu autoestima, no tiene nada de positivo. Y, si el enfado es con otra persona, no puedes dejar que se convierta en ira, porque en lugar de liberar tensión, la intensificas y prolongas.

 

Manejar las emociones negativas

 

La inteligencia emocional, de la que hemos hablado en otras ocasiones, es útil para darle a las emociones negativas el papel que deben tener como instrumento positivo de nuestra evolución personal. El proceso correcto para poder gestionarlas tiene tres pasos:

 

  1. No hay que inhibirlas, debes vivir las emociones negativas o se quedarán enquistadas en tu interior y desembocarán en los problemas que antes hemos puesto de ejemplo.
  2. Hay que expresarlas con total normalidad. Si necesitas llorar, llora. Si estás enfadado, no tienes que ir con una sonrisa por la vida. Eso sí, nunca esas expresiones deben herir a otras personas.
  3. De la liberación a la superación. No basta con que reconozcas y expreses las emociones negativas. El último paso es actuar para salir de ese estado lo antes posible, solo así te liberarás de la carga que ha producido esa emoción.

 

Por supuesto, la forma más eficaz de gestionar adecuadamente las emociones negativas es comenzar el aprendizaje desde la infancia. Los niños tienen que ir exponiéndose progresivamente a todo tipo de situaciones y experimentar las emociones correspondientes. Siempre puedes resolver tus dudas o encontrar una orientación personalizada recurriendo a la atención psicológica.