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Vivimos en una especie de dictadura del Positivismo. Quizá sea una expresión un poco excesiva, pero no lo es la realidad a la que nos referimos. Esa sobrevaloración de la felicidad, la alegría, la esperanza o la satisfacción permanentes, hace que ignoremos el valor y la importancia que tienen las emociones negativas. Hoy las reivindicamos como parte esencial de nuestro crecimiento como personas.
Diferencia entre emociones negativas y positivas
Realmente, no es exacto hablar de emociones negativas y positivas. Todas son, recordemos, reacciones espontáneas ante determinados estímulos que cumplen una función adaptativa. En unos casos, nos ponen alerta de posibles peligros. En otros, nos animan a repetir una situación que nos ha hecho sentir bien. Y así podríamos seguir señalando el papel que juega cada emoción y cómo nos ayudan a evolucionar.
Lo que lleva a calificar como negativas algunas emociones es el hecho de que nos producen sensaciones desagradables o molestas. Pero, eso no es negativo. ¿Te imaginas vivir en un estado de felicidad permanente? Distopías, como "Un Mundo Feliz" de Huxley, nos alertan del peligro de adormecer nuestras emociones negativas, en un mundo donde nadie sufre, pero tampoco se apasiona.
Hecha esta aclaración, vamos a seguir usando esta terminología para explicar las diferencias entre los dos grandes grupos en los que se dividen las emociones:
Cuándo una emoción realmente llega a ser negativa
¿Por qué si son igual de necesarias, percibimos ciertas emociones como malas o negativas? En esta pregunta está la clave para entender el problema que se puede generar en torno a las emociones negativas. Es verdad que nos producen sensaciones poco gratificantes, pero eso no sería suficiente razón para considerarlas negativas y querer evitarlas.
Lo que ocurre es que, en muchas ocasiones, no somos capaces de controlar la intensidad y la frecuencia de esas emociones. Ahí es dónde pueden llegar a convertirse en un problema y afectar negativamente a nuestro bienestar emocional. Con algunos ejemplos, seguro vas a entenderlo mejor:
Manejar las emociones negativas
La inteligencia emocional, de la que hemos hablado en otras ocasiones, es útil para darle a las emociones negativas el papel que deben tener como instrumento positivo de nuestra evolución personal. El proceso correcto para poder gestionarlas tiene tres pasos:
Por supuesto, la forma más eficaz de gestionar adecuadamente las emociones negativas es comenzar el aprendizaje desde la infancia. Los niños tienen que ir exponiéndose progresivamente a todo tipo de situaciones y experimentar las emociones correspondientes. Siempre puedes resolver tus dudas o encontrar una orientación personalizada recurriendo a la atención psicológica.
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