638 54 00 60

El mal hábito de sentirse ofendido por todo

​​​​​​​

Todos estaremos de acuerdo en que las buenas relaciones interpersonales son imprescindibles para nuestro bienestar emocional. Hábitos como el de sentirse ofendido continuamente dificultan enormemente que podamos desarrollar nuestra faceta social. El problema es que, más a menudo de lo que parece, presentamos esa versión enfurruñada con el mundo. Te lo demostramos y te proponemos estrategias para que te liberes de esa actitud. ¡Verás como mejora tu vida!

 

Los argumentos que se esgrimen para sentirse ofendido


Seguro que te identificas con esta situación. Esa reunión de amigos o compañeros de trabajo en la que se masca la tensión cuando aparece determinada persona. Tenéis la sensación de que cualquier comentario, por insignificante que parezca, le servirá de excusa para sentirse ofendido.

 

Es una situación verdaderamente incómoda, porque a nadie nos gusta generar conflictos. Pero, con individuos tan susceptibles, es muy complicado ser espontáneo, porque no se sabe por dónde pueden salir. Esta es la gran diferencia entre sentirse ofendido por todo, sin motivos objetivos, y la reacción normal de ofendernos ante una situación en la que se nos agrede o hace daño.

 

A veces, ni siquiera es consecuencia de una idea expresada que se toma demasiado a pecho. Es que, pueden saltar y sentirse ofendidos por un pequeño olvido o, simplemente, porque utilices una palabra que les parece insoportable. Se puede recordar con cierto rubor el episodio en que un político se sintió insultado y ofendido cuando se le llamó “inaudito”, como ejemplo reciente de esta susceptibilidad extrema.

 

El trasfondo de este mal hábito


Cuidado, porque ninguno estamos libres de haber abusado de ese sentimiento extremo de ofensa en determinados ámbitos. Puede que no lo mostremos en círculos laborales, pero sí con nuestra pareja. Es importante entender que ahí detrás de esa reacción excesiva, para poder detectar si lo estamos haciendo. Estos los principales factores que mueven a sentirse ofendido:

 

  • Baja autoestima: una vez más comprobamos lo importante que es tener una autoestima equilibrada. La inseguridad solo nos genera dificultades para entender el mundo e integrarnos en él.
  • La rigidez mental: es positivo que tengas principios, valores y criterio propio. Pero, también, que seas capaz de admitir otras visiones o ideas. Si solo te parece aceptable lo que tú piensas, abres el camino a que te ofenda cualquier otra perspectiva.
  • Las experiencias infantiles: crecer en un entorno de apego seguro es esencial para que los niños desarrollen su personalidad y se relacionen adecuadamente con los demás. Si en tu infancia has quedado tocado por alguna crítica o situación en la que te hirieron profundamente, es probable que ese dolor se reproduzca cuando seas adulto.
  • Egocentrismo: en el extremo opuesto a las personas con una baja autoestima, están quienes se sienten el centro del mundo. Una posición que hace fácil sentirse ofendido, tanto cuando no se te cita, como cuando te tomas cualquier comentario como algo dirigido a ti.


Consejos para dejar de sentirse ofendido


La sabiduría popular ya tiene soluciones claras este problema. Básicamente, la idea de que solo se ofende a quien se siente ofendido. Vamos, que en tus manos está dejar de sufrir continuamente y recuperar relaciones personales saludables. Estas son las recomendaciones que te conviene aplicar:

 

  • Aprende a manejar tus expectativas. Antes de ofenderte, analiza si lo que ha hecho o dicho esa persona iba contra ti o lo que sucede es que esperabas una opinión distinta.
  • Acepta y disfruta de la diversidad. Tendemos a buscar zonas de confort en las que nos relacionamos con quienes piensan igual que nosotros. Este es un problema que se ha acrecentado con el uso de las redes sociales, dónde solo consultamos o compartimos con los que ratifican nuestras ideas. Sin embargo, el contraste de opiniones y valores es siempre una fuente de enriquecimiento personal.
  • Sentido del humor. Aprende a reírte de ti mismo. Es más fácil asumir un fallo o defecto si lo enfocas desde una perspectiva divertida, sin tragedias o dramas.
  • Confía en ti mismo. No se trata de ser un intransigente, ya hemos señalado que es negativo y ayuda a sentirse ofendido. Pero, tener un buen concepto de quién eres y quererte, incluso con tus defectos, es un excelente instrumento para que no puedan ofenderte.


El equilibrio y la armonía son imprescindibles en cualquier faceta de la vida. Por eso, cuando la balanza se inclina en exceso hacia un extremo, solo recogemos malas sensaciones. El hábito de sentirse ofendido es un buen ejemplo de lo que supone pasarse del límite razonable. Te hemos dejado algunos consejos eficaces para que superes esta actitud. Si te ves desbordado, en nuestra consulta psicológica profundizamos juntos en este tema para ayudarte a pasar esta página.