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¿Por qué no siempre somos capaces de alegrarnos de la felicidad de otras personas?

En los últimos años, los psicólogos hemos reivindicado el papel esencial que juega la empatía para mejorar las relaciones humanas en cualquier ámbito y el propio bienestar personal. Sin embargo, no es tan fácil desarrollar esta habilidad. Una muestra clara es la dificultad que muchos sienten para alegrarse de la felicidad de otras personas.

 

Si es tu caso, lo primero es que no te preocupes ni te sientas un “bicho raro”, es un problema bastante generalizado. Por supuesto, esto no debe servir nunca de excusa para no intentar superarte. Y menos aún, cuando tú serás el primer beneficiado de poder compartir los éxitos de otros, como vamos a comprobar.

 

¿Qué nos impide alegrarnos de la felicidad de otras personas?

 

Si nos atenemos a la sabiduría popular, la causa de esa falta de empatía ante los éxitos ajenos es básicamente la envidia. Sin embargo, el problema es más complejo. Generalmente, detrás de esa incapacidad se esconde una ausencia de felicidad propia. Es complicado que puedas alegrarte de la felicidad de otras personas cuanto llevas tiempo sin sentir esa satisfacción en tu propia piel.

 

Los mecanismos de nuestra mente, como ya hemos comentado en otras ocasiones, funcionan como uno de esos circuitos de dominó, donde empujas una pieza y se desencadena una caída en cadena del resto. Una persona que lleva tiempo frustrada porque no consigue alcanzar sus metas, va entrando en un círculo de baja autoestima, tiene dificultades para relacionarse con los demás, acaba sintiéndose más aislada e infeliz. Y, en el peor de los casos, termina en una depresión más o menos profunda.

 

¿Cómo detectar que tenemos un problema con la felicidad ajena?

 

Es importante poner en su justo término este asunto de la falta de complicidad con la felicidad de otras personas. Si experimentas puntualmente un sentimiento de contradicción cuando sabes que alguien es feliz o ha tenido un éxito, tampoco es para que te preocupes en exceso. Normalmente, en esos casos, tardas unos minutos en reflexionar tú mismo, darte cuenta de lo absurdo de ese sentimiento y reaccionar positivamente.

 

Solo podemos hablar de una disfunción cuando ese rechazo ante la felicidad ajena es muy intenso. Y, sobre todo, cuando notas que interfiere en tu vida, que realmente te limita y afecta a la forma en la que te relacionas con los demás. En este caso, podría haber un trasfondo de problemas emocionales y psicológicos más profundo, que requeriría del apoyo de un profesional.

 

Consejos para desarrollar una felicidad empática

 

  1. Piénsalo con frialdad y te darás cuenta de que compartir la felicidad de otras personas es manera de aumentar tu propia felicidad. Si te mueves en el negativismo, acabas frustrado y amargado. Por eso, objetivamente, es una buena táctica de crecimiento personal ser capaz de empatizar con la felicidad del otro. Puedes conseguirlo si practicas estas actitudes:
  2. Recapacita sobre tu propia valía. Lo que eres y todo tu potencial no proviene del exterior, es algo que debes buscar dentro de ti mismo. Es un caudal de valores y cualidades que no tiene más límite que el que tú le pongas.
  3. Disfruta de tu vida. Es imposible que todo lo que te ocurre sea negativo. Incluso o, sobre todo, si atraviesas una mala racha, pon el foco en los pequeños detalles satisfactorios de tu vida. Recréate en aquellas cosas que te hacen sentir bien e intenta despegarte de las que te hacen infeliz.
  4. Que la felicidad de otras personas te sirva de estímulo. Cada vez que seas testigo del éxito ajeno, utilízalo como refuerzo positivo, como una demostración de que se pueden alcanzar cualquier meta. En lugar de desanimarte porque te sientes inferior, convéncete de que tú también puedes hacerlo.
  5. El mundo es suficientemente amplio para que todos tengamos nuestro espacio. Esta afirmación puede parecer un tanto infantil, pero es un excelente planteamiento para superar tu impotencia ante la felicidad de otras personas. Porque, ¡no hay un cupo finito de triunfadores! Cabemos todos y todas las felicidades.
  6. Trabaja tu autoestima. Date tiempo y sigue luchando por tus metas, el esfuerzo y la constancia siempre son fuente de satisfacciones.

 

En definitiva, las sensaciones negativas suelen atraer experiencias negativas. Y viceversa, el positivismo suele desembocar en buenas sensaciones y éxitos. Una razón más para alegrarte de la felicidad de otras personas, pensando en la tuya propia. En Pensaments te animamos a empatizar porque es una fuente de felicidad y bienestar personal. Y, por supuesto, cuenta con nuestro equipo de asistencia psicológica si quieres profundizar en este camino de evolución personal.