Es uno de los problemas psicológicos más extendidos, pero a la vez menos reconocido abiertamente por quienes lo sufren. Y, sin embargo, cuando nos sentimos inferiores a los demás estamos poniendo limitaciones a nuestro desarrollo personal. Es una especie de círculo vicioso, porque esa inferioridad hace que quien la sufre se aísle, no comparta lo que siente y, por lo tanto, su malestar vaya retroalimentándose. De ahí que nos parezca imprescindible recordarte que existen salidas y que merece la pena intentarlo.
¿Qué nos lleva a sentirnos inferiores a los demás?
No te vamos a descubrir nada si comenzamos recordando la íntima relación que existe entre una baja autoestima y el complejo de inferioridad. No solo van de la mano, sino que es difícil identificar cuál de los dos problemas surge primero. En general, los psicólogos consideramos que un mal desarrollo de la autoestima en los primeros años de vida nos aboca a sentirnos inferiores a los demás progresivamente en más y más situaciones a lo largo de nuestra vida.
Porque, indudablemente, todos somos conscientes de que hay actividades o habilidades en las que nos desenvolvemos peor que otras personas. Nadie es perfecto y, habría que añadir, ¡afortunadamente! Pero reconocer tus puntos débiles y tus fortalezas es una cosa y que ese reconocimiento te lleve a sentirte inferior es otra muy distinta.
Infancia y complejo de inferioridad
La clave, una vez más, también hay que buscarla en la competitividad desmedida de nuestra sociedad y esa perniciosa costumbre de compararnos con los demás. Lamentablemente, son dos factores que están presentes en el modelo educativo con el que crecemos. Todo sería más fácil si aprendiésemos desde niños a ponernos retos individuales, independientes de los de otros. Y, además, a gestionar los fracasos y la frustración como parte de nuestro desarrollo personal.
Y es que, existe prácticamente unanimidad entre los expertos en Psicología involucrando la educación en los primeros años con la aparición del sentimiento de inferioridad. Por su propia naturaleza, un niño siente que es inferior (es más pequeño, sabe menos, tiene menos poder), según recogió en su teoría el médico Alfred Adler, discípulo de Freud. Pero, esta inferioridad no es negativa, actúa como un estímulo e impulso para aprender y evolucionar.
Sin embargo, crecer en un entorno familiar y educativo en el que el niño no recibe refuerzos positivos o el nivel es demasiado exigente y despreciativo, afecta a la autoestima y conduce a sentirse inferiores a los demás. Cuidado, porque el otro extremo, el de un exceso de protección de los menores, origina el síndrome del niño tirano, aunque ese es un asunto a tratar en otro momento.
¿Cómo superar el sentimiento de inferioridad?
Como ya hemos indicado, asumir tus limitaciones es no solo normal, sino saludable. Por eso, es importante diferenciar entre esto y sentimos inferiores a los demás. Estas son las principales señales de alerta:
Ante la aparición de cualquiera de estos síntomas, lo fundamental es que sepas reaccionar. Ese es el primer paso para dejar de sentirnos inferiores a los demás. Y, además, puedes poner en práctica estos consejos:
Sentirnos inferiores a los demás es una difícil realidad que ninguno estamos libres de sufrir. Lejos de vivirlo en angustiosa soledad, en Pensaments te proponemos compartirlo. Al otro lado vas a encontrar empatía y una mano amiga, porque nuestra consulta de atención psicológica es un espacio libre y cercano donde mostrarte cómo eres.
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