Personas intransigentes: características y cómo tratar con ellas

Seguro que en más de una ocasión has sentido la frustración de tratar con personas intransigentes. Estas mentes cerradas, incapaces de ceder ni un ápice en sus convicciones, ni dispuestas al mínimo cambio de postura, dificultan mucho la convivencia. Te resultará más fácil identificarlas, después de conocer las características que les definen. O, quizá, descubras que tú eres el primer intransigente. En todo caso, también, te mostramos cómo hay que relacionarse con ellas.

 

5 características de las personas intransigentes

 

Todos tenemos momentos de obcecación, en los que nos encerramos en nuestra visión de un tema y nos negamos a abrir la mente a otras opciones. Pero, una cosa es no llegar a un acuerdo puntual y otra distinta, que esta sea tu actitud permanente. Antes de proseguir, conviene dejar claro que las personas intransigentes no sufren ningún trastorno psicológico. Simplemente, son personalidades excesivamente fuertes, egoístas y obstinadas. Una rigidez mental que tiene estas características:

 

  1. Conservadurismo cognitivo: son incapaces de cambiar un pensamiento. Por supuesto, no reconocen la autoridad de nadie, ni siquiera aunque sea un experto en esa materia. Su nivel de aprendizaje y crecimiento personal, como consecuencia, es nulo o muy limitado.
  2. Reactancia psicológica: un concepto acuñado por el psicólogo Jack Brehm y que alude al rechazo automático de las opiniones ajenas, que los intransigentes ven como un ataque a su propia libertad. Jamás prestan atención a lo que tienes que decirles. Es más, tienden a llevar la contraria a quien muestre una opinión que pueda contradecir sus valores.
  3. Estado de alerta permanente: como consecuencia de ese convencimiento de que cualquier opinión es un atentado contra su dignidad, las personas intransigentes adoptan una postura defensiva. Siempre están vigilantes para contraatacar preventivamente una idea o novedad.
  4. Obsesión por mantener el control absoluto: un intransigente necesita vivir en un mundo predecible. No evolucionan y les cuesta mucho adaptarse a las novedades. Ven la vida en blanco y negro. Un intolerante no aprecia la riqueza de los matices. Para él, solo existen las posturas extremas. O es bueno o es malo. O estás conmigo, o estás contra mí. Su vida, sin duda, es mucho más triste y aburrida.
  5. Tienen un sesgo informativo: se sienten en posesión de la verdad absoluta. Por lo tanto, ni siquiera les parece interesante conocer otros puntos de vista. Solo se interesan y asimilan aquellas ideas que vienen a reforzar sus posiciones. No valoran objetivamente los datos.

 

Consejos para relacionarte con un intransigente

 

Con el panorama que hemos descrito, es fácil concluir que la convivencia con las personas intransigentes es, realmente, muy complicada. Y en todos los ámbitos de las relaciones, en el familiar, en el social y en el laboral. Sin embargo, existen estrategias para afrontar esta situación e, incluso, para ayudar a un intolerante a relajar su actitud.

 

La clave es armarte de paciencia y adoptar una actitud calmada. Este principio es imprescindible, si quieres que la convivencia no alcance niveles descontrolados de conflicto. Tienes que mantener la calma y no perder los nervios, porque así no entras en el terreno en el que mejor se mueve el intransigente. Estos consejos pueden ayudarte:

 

  • Sé siempre respetuoso en las formas y en el contenido de todo lo que plantees. Da igual si el otro pierde los papeles, tú no lo hagas.
  • No tengas expectativas de éxito. Lo más habitual es que no consigas que se mueva ni un ápice de sus ideas. Ese no es tu objetivo, tan solo buscas poder establecer una relación de iguales.
  • No discutas cada uno de sus argumentos. Generalmente, las personas intransigentes apoyan sus opiniones en datos muy frágiles, lo suyo son más creencias que información. Aunque podría ser fácil rebatirlos, es preferible que te mantengas en silencio y solo discutas algún punto tan evidente que sea imposible no aceptarlo. Además, así rebajas su nivel de alerta porque no tiene que defenderse constantemente.
  • Establece límites. Con educación, pero con contundencia, no aceptes los gritos, los insultos o las actitudes agresivas.
  • Aprovecha los momentos en los que esté más relajado para exponerle las consecuencias negativas de su actitud. Las personas intransigentes acaban sufriendo las consecuencias de su forma de relacionarse y, seguro, que les gustaría evitarlo. Es importante que sean conscientes, porque eso ayudará a que reaccionen.

 

¿Te has visto reflejado en esta imagen de intolerante? ¿Convives con personas intransigentes? Si te ves incapaz de manejar cualquiera de estas situaciones, no te preocupes. Desde la Psicología podemos dotarte de herramientas para superar este problema. Una consulta psicológica siempre es un punto de crecimiento y aprendizaje.