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Existe un problema inicial de enfoque, porque identificamos vulnerabilidad con debilidad. Y claro, en una sociedad en la que la fortaleza y el éxito están sobrevalorados, ¿cómo vamos a mostrarnos vulnerables? ¿Quién quiere reconocer que es frágil, que tiene puntos débiles? Como psicólogos parte de nuestra labor es darle la vuelta a esta confusión, ayudarte a entender qué significa sentirte vulnerable y los aspectos positivos que tiene esa vivencia. ¡Sí!, aunque te cueste creerlo, la vulnerabilidad contribuye a nuestro crecimiento personal.
La vulnerabilidad es la capacidad de sentirnos afectados por lo que nos rodea. Más que debilidad es sensibilidad. Es emocionarnos, reconocer las emociones que sentimos y vivirlas. Mostrarnos vulnerables es mostrarnos tal y como somos, sin máscaras, ni disfraces. Por tanto, es relacionarnos con los demás de tú a tú. Y es, sobre todo, conectarnos con nuestro yo más auténtico.
Tiene que ver con miedos y con errores, con frustraciones y decepciones. Pero, la vulnerabilidad es también empatía, amor, ternura. ¿Eres vulnerable porque se te saltan las lágrimas viendo una película o escuchando música? Pues, bienvenida tu vulnerabilidad porque te hace más humano y menos autómata. Y porque te hace vivir con una mayor plenitud, porque sentir nunca resta, siempre aporta y es un motor de nuestro crecimiento personal.
Entonces, ¿por qué ese rechazo a mostrarnos vulnerables?
Hay distintas razones por las que nos cuesta manifestar nuestra vulnerabilidad. Para empezar, como hemos comentado antes, porque consideramos que es negativa y, por tanto, intentamos que no identificarnos con ella. Pero, además:
Los problemas de negar tu vulnerabilidad
El mayor problema de no saber mostrarnos vulnerables es que interfiere en nuestra evolución personal. Aunque se haya asentado la idea de que es más fácil vivir siendo alguien fuerte e implacable con sus criterios, lo cierto es que esa actitud es muy empobrecedora y conduce con frecuencia a la infelicidad. Por no hablar de los problemas de ansiedad que genera esa necesidad de estar siempre cumpliendo las más altas expectativas.
Nadie es invulnerable. Y no empezar reconociendo esta realidad, solo tiene efectos limitadores en nuestro desarrollo personal. Estas son algunas de sus consecuencias:
Mostrarnos vulnerables es de valientes
Tampoco es que tengamos que hacer un elogio sin matices a la valentía. Como siempre defiende la Psicología, hay que acercarse a cualquier emoción o habilidad humana con una perspectiva caleidoscópica. Sin blancos absolutos o negros totales. Pero, al calificarnos de valientes por mostrarnos vulnerables, lo que hacemos es reivindicar la imperfección, poner en valor esa capacidad de reconocer que no lo haces todo bien, que tienes miedos e inseguridades, que te equivocas.
No es fácil reconocer nuestros sentimientos sin enmascararlos en justificaciones, expresar nuestras emociones en público. Al hacerlo, parece que te arriesgas a que te hagan daño, que pierdes posiciones ante personas con más fortaleza. Y no solo te cuesta mostrar tu vulnerabilidad frente a los demás, también contigo mismo, porque te parece una señal de inseguridad.
Por eso, es tan importante romper esa barrera de prejuicios. Porque mostrarnos vulnerables es ser capaces de arriesgarnos. Está claro que salir de nuestra zona de confort puede ocasionarnos dolor y fracasos. Pero, no hacerlo es perdernos la experiencia de vivir con intensidad, de conocer más, perdernos compartir con los demás.
En Pensaments creemos que eres un ser humano único y especial, con tus claroscuros, como cualquiera. Todos debemos aprender el valor que tiene mostrarnos vulnerables. En nuestra consulta psicológica te mostraremos que iniciar ese camino es menos complicado de lo que imaginas.
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