¿Qué es la regulación emocional y cómo afecta a nuestros hijos?

El mundo de las emociones es determinante en el desarrollo del ser humano y afecta mucho más de lo que imaginas a tu vida cotidiana. Los enfados, las contestaciones fuera de lugar o la falta de empatía hacia otras personas son un ejemplo de una falta de regulación emocional. Este concepto alude a la capacidad controlar un estado afectivo para alcanzar la meta del equilibrio emocional. Puede que esta definición te resulte confusa, por eso vamos a intentar contextualizar este problema, especialmente enfocándolo en la necesidad de proporcionar estas herramientas ya desde la infancia.

 

El proceso de aprendizaje de la regulación emocional

 

Como decíamos, la regulación emocional es la habilidad que tenemos de gestionar y, sobre todo, controlar nuestra forma de responder emocionalmente ante determinadas situaciones. Y es que, ninguno de nosotros podemos evitar que cada experiencia que vivimos nos genere una reacción emocional, con la probabilidad de que no siempre sea correcta. Como en la mayor parte de las ocasiones, no vas a tener la posibilidad de cambiar un acontecimiento, de lo que se trata es de mantener bajo control esa reacción. El objetivo es claro, construir vínculos positivos, que propicien nuestro bienestar y nos ayuden a ser más felices.

 

Esa construcción de un marco emocional equilibrado conlleva que entendamos la íntima relación que existe entre emociones, pensamientos y conductas. El proceso de la regulación emocional sobre el papel es sencillo, se trata de que tomes conciencia de tus emociones, dispongas de una buena estrategia para afrontarlas y de la habilidad de controlarlas en tu día a día para mantenerlas en niveles positivos siempre.

 

Esta es la teoría, pero la realidad es que no es tan fácil gestionar las emociones. Una vez más, la clave pasa por propiciar un aprendizaje emocional progresivo, que se inicie en la infancia. Los padres, sin duda, tenemos la máxima responsabilidad y protagonismo para transmitir este conocimiento a nuestros hijos. Intentamos ahora darte unas pautas para orientar tus acciones en este sentido.

 

Formas de enfocar la regulación de las emociones

 

Es evidente que la única manera de enseñar a tu hijo una correcta regulación emocional parte del principio de que tú, como progenitor, tienes ese dominio sobre tus emociones. Porque el niño se impregna de lo que ve y tiende a imitar los comportamientos de los adultos.

 

O sea que, para empezar, es esencial que tú muestres ese equilibrio emocional en la mayor parte de las ocasiones. Como ninguno somos perfectos, al menos es importante que muestres esa buena gestión emocional en situaciones en las que los menores se vean muy afectados y les genere temor y desconcierto.

 

Básicamente, existen dos enfoques para el aprendizaje de la regulación de las emociones:

 

1. Construyendo desde una relación de apego segura

 

En alguna ocasión ya hemos explicado que es el apego seguro y lo beneficiosa que es esta relación afectiva para el desarrollo de la personalidad de tu hijo. También es el mejor entorno para ayudarle en este tema de la regulación de las emociones, porque le transmites una sensación de tranquilidad y protección en momentos en los que se siente en peligro o confuso. Un ejemplo te ayudará a entender cómo se produce esta transmisión de manera eficaz y positiva.

 

Tu pequeño se cae mientras juega y se asusta porque se ha hecho daño. Tú lo has visto, porque aunque le dejas autonomía, mantienes una vigilancia a distancia de lo que hace. Reaccionas con sosiego, acercándote a él, abrazándole y curando la herida. Todo siempre con un tono y una gestualidad cariñoso.

 

Con este comportamiento tan natural y espontáneo, le has reconfortado y le has enseñado que el problema tiene solución, que no hay que dejarse llevar por el miedo y que puede contar con otras personas para que le ayuden cuando tiene dificultades.

 

2. Con adultos sin capacidad de regulación emocional

 

Desgraciadamente, no todos los progenitores han alcanzado un adecuado nivel de control de sus propias emociones. En estos casos, lo que transmiten y contagian a sus hijos es esa incapacidad de expresar o dominar sus emociones. Siguiendo el ejemplo anterior, en estos casos se darían dos tipos de reacciones:

 

  • Los adultos se enfadan y riñen al niño por su despiste o falta de cuidado, lo que generará dificultades para identificar sus emociones en el futuro.
  • El mayor se asusta y muestra su miedo, en voz alta. El resultado es que esos pequeños responderán con ansiedad ante cualquier peligro o riesgo cuando sean adultos.

 

La regulación emocional es un instrumento muy eficaz para canalizar los sentimientos más desagradables y tolerar mejor la frustración. Transmitir estas capacidades es, sobre todo, una cuestión de cariño, paciencia y empatía. Pero, si te sientes desbordado, nuestro equipo de psicólogos te proporcionará ese asesoramiento que necesitas.