Trastornos de la conducta alimentaria

Medio mundo al borde de la hambruna y el otro medio con obesidad. Simultáneamente, los psicólogos nos enfrentamos a un aumento exponencial de los problemas de conducta alimentaria en nuestras consultas. Quizá sea el momento de hacer un punto de inflexión para repensar la relación de nuestra sociedad con la comida, con nuestro estilo de vida y con la imagen personal. Aunque, detrás de los trastornos alimentarios, hay un trasfondo más complejo sobre el que conviene que profundizar.

 

¿Qué son los trastornos de conducta alimentaria?

 

Insistimos en que no conviene minimizar para nada sobre este tema, porque las disfunciones en la conducta alimentaria, además de desembocar en enfermedades físicas severas si no se actúa a tiempo, suelen enmascarar graves desequilibrios emocionales y mentales. En principio, se pueden definir como un conjunto de alteraciones relacionadas con la ingesta de alimentos y el control del peso corporal.

 

Sin embargo, a la hora de analizar las causas de los problemas de conducta alimentaria, los terapeutas nos encontramos con una de las primeras dificultades. Y es que, estos trastornos no suelen tener un único detonante o explicación, son el resultado de una compleja confluencia de factores genéticos, psicológicos, de educación y sociales. Además, una conducta alimentaria conflictiva es frecuente que aparezca conjuntamente con problemas como la ansiedad, el estrés, las adicciones o los TOC.

 

Tipos de trastornos alimentarios

 

Dentro de los problemas de conducta alimentaria básicamente nos referimos a tres. Es interesante recordar que no son excluyentes y que no es extraño que aparezcan las tres variantes en la misma persona.

 

1. Bulimia

 

Los bulímicos son individuos que alternan una incontenible y enorme ingesta de comida con un episodio de culpabilidad que les lleva a realizar maniobras compensatorias (vómitos, práctica compulsiva de ejercicio o restricciones severas de la alimentación). Es una variante muy peligrosa de los trastornos de la alimentación porque esa alternancia facilita que el peso de la persona se mantenga más o menos estable, lo que dificulta que se detecte el problema.

 

2. Anorexia

 

Su característica más marcada es una obsesión por controlar el peso. Son personas que tienen un pánico a engordar irreal e ilimitado, lo que les lleva a un deseo de bajar de peso imparable, incluso cuando están literalmente en los huesos siguen queriendo adelgazar.

 

3. Trastorno por atracón

 

Similar a la bulimia, pero el trastorno por atracón no va seguido de conductas compensatorias. Suele darse en personas con problemas de obesidad, que siguen infructuosas dietas para perder peso y, ante el fracaso, se refugian en la comida para salvar su decepción o falta de autoestima.

 

¿Cómo se detectan los TCA?

 

Como decíamos, la complejidad de las causas que intervienen en una deficiente conducta alimentaria complica el diagnóstico e intervención precoz de este tipo de pacientes. Generalmente, se empieza por una revisión y exploración física para descartar que una enfermedad o algún fallo orgánico esté originando ese problema alimentario.

 

Una vez confirmada la ausencia de explicaciones físicas, llega el momento de atender a la conducta alimentaria desde la perspectiva psicológica. En las primeras citas es frecuente que se combine la indagación en los pensamientos y sentimientos, con la realización de algunos test o pruebas de evaluación psicológica.

 

El tratamiento de los problemas de conducta alimentaria

 

La manera más eficiente de tratar los trastornos de la conducta alimentaria pasa por abordarlos con una perspectiva integral. Existen unidades específicas para estos pacientes compuestas por equipos de nutricionistas, psicólogos, enfermeras y otro tipo de especialistas médicos, sobre todo, cuando se han detectado secuelas en el aparato digestivo u otros órganos.

 

Centrándonos exclusivamente en el papel que jugamos los psicólogos, el tipo de terapia que se aplica depende de un conjunto de factores. Sin duda, el enfoque cognitivo-conductual es el más frecuente, ya que permite:

 

  • que aprendas a entender tu enfermedad, a reconocer los síntomas y, por tanto, a actuar en cuanto aparecen
  • que puedas transformar los patrones de pensamiento que propician las reacciones disfuncionales de tu conducta alimentaria
  • que aprendas a mantener tus logros de forma autónoma con el paso del tiempo

 

Es interesante poner en valor los resultados que las terapias de tercera generación están aportando en el tratamiento de las alteraciones en la conducta alimentaria. Otras técnicas, como el psicoanálisis, o el complemento con una terapia familiar, son herramientas muy útiles para superar estos problemas.

 

En Pensaments queremos destacar la importancia de propiciar una “reconciliación” con la comida de manera generalizada, incluso en las personas que no tienen un problema manifiesto en su conducta alimentaria. También la autoestima y la aceptación de nuestra realidad forman parte del abordaje imprescindible que llevamos a cabo en nuestra consulta psicológica sobre este tipo de trastornos.